Creí que me iba a aburrir esta novela y me equivoqué por completo.
Supuse que el nombre de la obra sería un fiel reflejo de lo aburrido que me parece el bordado, pero no fue así. De hecho leer Punto de Cruz revivió momentos muy importantes de mi vida en donde una de las cosas que más me gustaba hacer era tejer. Si bien bordar y tejer no son los mismo, creo que se enfrentan a la misma raíz técnica y epistemológica. Pero lo más importante, creo yo, es que no importa lo que se haga o lo que se piense, el bordado y el tejido al final son una forma de meditación, una forma de estar presente mientras se construye algo.
En esta obra, Jazmina Barrera muestra una gran sensibilidad por múltiples temas como la amistad, el medio ambiente, la violencia de género y el feminismo. Si bien el bordado es el centro de toda la estructura narrativa, la autora logra estructurar una obra en diferentes tiempos y vivencias superpuestas entre tres buenas amigas. Las descripciones espaciales son muy precisas y, es conmovedora la manera en que narra las tribulaciones, los encuentro y desencuentros de las tres protagonistas. Aunado a todo eso, presenta brevemente apartados sobre el bordado, su importancia histórica y literaria, su diversidad de orígenes y sus complejidades técnicas y estéticas. Y cómo dije al inicio, me equivoqué al pensar que sería un libro aburrido, por el contrario, lo he disfrutado mucho y me ha parecido una obra bien lograda.
Uno de los aspectos que más me ha gustado de este libro es que, a diferencia de lo que se puede pensar sobre el tema del bordado y actividades similares a este, que usualmente pueden ser vistos como formas de sometimiento o una labor con un sesgo de género particular, pareciera que el libro intenta mostrar la importancia que esta actividad tiene, como forma de empoderamiento y manifestación de fuerza femenina.
Fue inevitable para mí pensar en las muchas mujeres que conozco que bordan y tejen. Sobre todo en mi abuela Lucia, en mamá Marina y la tía Estela. Llevo 40 años viéndolas tejer y casi siempre me he sentido maravillado de las cosas que hacen, que son al final, manifestaciones de cariño que van heredando a todos los familiares. Incluso algunos de mis amigos mexicanos tienen en sus mesas alguna carpeta bordada por mamá.
También recordé mis días de tejedor, de hacedor de mochilas y bufandas como forma de desestresarme y que eventualmente me servían para ganarme unos pesos extras durante mi vida universitaria. Y el macramé junto a mi hermano… quien no ha practicado el macramé poco sabe de paciencia.
Agradezco a Jazmina por traer a mi mente esos grandiosos recuerdos y hacer que los valore como no lo había hecho antes. Punto de Cruz de la editorial Tránsito ha sido el libro enviado por los amigos de @bookish.es para el mes de noviembre y como es usual estoy muy agradecido por sus decisiones literarias.
