Este es el tercer libro que leo de Svetlana Alexiévich y, como ha sido usual, ha genenerado en mí un sin fin de sensaciones.

A diferencia de los otros dos que ya leí, este libro no habla sobre la guerra. Habla sobre el amor y la muerte.

La crisis atómica que tuvo epicentro en la central termonuclear de Chernóbile aún es dificil de entender. Los estragos ocasionados podemos verlos en la actualidad, 35 años después y se seguirán viendo cientos de años más.

De una forma magistral, Alexiévich recoge la memoria sobre los acontecimientos desde las voces de los testigos que se han atrevido a manifestar sus sentimientos. A pesar de que esta crisis fue uno de los dos grandes detonantes de la caida del sistema comunista, para los protagonistas de estas historias todavía es inevitable sentir el peso de un sistema que configuró su existir durante tanto tiempo.

Creo que esta obra es ineludible. Es la manifestación de que la historia no está construida solo por logros y errores; no está construida solo de hechos, sino también de sentimientos.