Habia escuchado comentarios poco alentadores para este libro de Harari. Algunos de ellos decian que después de sus anteriores libros Sapiens y Homo Deus, el autor se quedaba corto con este libro y no lograba sacarla del estadio de nuevo.
La verdad, creo firmemente lo contrario.
Lo que si es un hecho es que en esta obra Harari parece ser más reflexivo que analítico y deja entrever sus emociones y sus posturas más personales ante los hechos de la historia presente. Para mi, este es justamente el encanto del libro, nos permite entender la humanidad del historiador y la manera en la que construye sus procesos.
Todo el libro es una gran crítica a los relatos que la humanidad ha establecido para si misma como cánones que permiten controlar el mundo y sus habitantes. Harari no se guarda nada. Le tira piedras al cristianismo, al hinduismo, al islamismo y hasta al budismo.
Esta abundancia (o en otras palabras, este tipo de hagan fila que hay para todos), es tal vez una de las cosas que más me ha gustado de Harari en sus tres libros, pero en este particularmente cobra un mayor sentido.
Las 21 lecciones que presenta pueden ser las más adecuadas o no, para entender el devenir de la historia presente y la del futuro a corto plazo. Amanecerá y veremos… o como lo expreso coloquialmente en una de mis frases más elocuentes: lloveré (como dijo la nube).
La trilogía de Harari ha sido inspiradora. Ha logrado que retorne al ejercicio reflexivo sobre temas que trascienden la individualidad. Es una obra que recomiendo mucho y que estoy seguro que mantendrá a los lectores ávidos de más páginas.
