Acabo de termiar el segundo libro de la trilogía de los tres cuerpos del autor chino Cixin Liu. «El bosque oscuro» es el nombre de esta segunda entrega en donde la humanidad desarrolla una siniestra confianza en sí misma, superponiendo todas las diferencias nacionalistas a un único objetivo: la supervivencia de la especie.
Las dos primeras partes del libro son un poco densas, cosa normal en el género de la ciencia ficción pura. Explicaciones de física y astrofísica en conjunto con el desarrollo de personajes de la trama son el toma y dame de estas dos primeras partes. El estado actual de la humanidad y las medidas tomadas frente a un futuro posible, así como el cambio de percepción sobre la crisis trisolariana en el transcurso de dos siglos es, en últimas, lo que configura el 70% del libro.
En la última parte se desarrolla con precision la teoria del bosque oscuro, aparece de forma desorbitante y acuciosa. Lo que en algún momento parecia predecible cambia de rumbo. En este sentido e intrepidamente, Cixin Liu enmarca una serie de sucesos que bien podrían ser dignos de una obra terrorífica y a la vez, la configuración de una obra llena de toda la luz de la esperanza posible, física y espiritualmente hablando. Hay una ambivalencia y dualidad constantes en el desarrollo de todos los escenarios: tocar fondo y llegar a la cúspide.
El final del libro es vertiginoso (escalofriante y esperanzador a la vez), deja abierta la puerta para un desenlace desconocido del que tendré alguna noticia en la tercera parte de la trilogía.
Me ha parecido que la obra de Liu es altamente imaginativa, pero lo que más me ha cautivado es su narrativa. Está tan bien estructurada y sus argumentos son tan sólidos, que pareciera que todo lo propuesto estuviera cerca de ser real. El autor hace referencia a obras fundamentales de la literatura de ciencia ficcion que tuvieron tambien un gran impacto en el cine, como «la naranja mecanica» o «2001 odisea del espacio».
Por mi parte, durante una gran parte de la lectura de este libro estuve pensando en obras más banales derivadas de la carrera espacial desarrollada durante la guerra fría y en referencias cinemáticas y musicales sobre este tema, como la película «Moonraker» (1979), que le permitió al 007 ser récord en taquilla o la espléndida canción de Bowie «space oddity» (1972):
I’m stepping through the door
And I’m floating in a most peculiar way
And the stars look very different today
For here
Am I sitting in a tin can
Far above the world
And there’s nothing I can do«