En esta obra de 2017 Pilar Quintana expone de forma magistral y contundente un paisaje de la Colombia profunda, un territorio ubicado más allá de lo urbano y que se interna en la selva y el oceáno: el pacífico Colombiano, una tierra bravía y llena de magia, pero también de una gran crudeza que se manifiesta sobre lo desconicido.
De igual manera, presenta una retrato preciso sobre la cotidianidad de los habitantes de este territorio, las condiciones de sus rutinas y sus creencias. La autora expresa con claridad la incidencia de la lluvia y la humedad sobre la piel, la desazón desoladora del calor húmedo y pegajoso que se combina con el olor a sal y pescado, así como la incomodidad de una arena que más parece barro constante y que todo lo inunda.
Pilar me llevó de regreso a mi infancia y mi primer adolescencia, cuando, desde Pereira tomaba carretera para ir a Buenaventura pasando por Lobo Guerrero y los túneles ubicados después de Calima. Me trajo el recuerdo de comer sancocho de pescado en la galería del puerto junto al tío Miguel y por sobre todo… la imagen de esa arena negra y húmeda de Ladrilleros y Juan Chaco en donde solía construir castillos de arena pero nunca meterme al mar por miedo a esa bravura que mostraba con la intermitencia de cada hola.
Entre la novela corta y el cuento largo, La Perra es una manifestación narrativa con mucho sentido y con la expresión de una violencia innata en todo ser humano, es, de alguna manera, una muestra de las formas en que lo que pensamos se queda muchas veces a medio camino entre lo que realmente hacemos.
