Todo hay que decirlo y, lo primero en esta ocasión, es que este no es el mejor libro de Don José Saramago.
Y aún a pesar de que no es su mejor obra, fue para mi inevitable devorarla, comerme sus páginas intrépidamente y sin pausa. La magia de este autor es siempre tan potente que incluso en obras que no son tan buenas, es inevitable para mí quedar atrapado. Ahora, decir que no es tan buena sería darle un sentido crítico a esta nota, cosa que no me interesa. Más bien lo menciono en relación a otras obras del mismo autor como las intermitencias de la muerte o el ensayo sobre la ceguera que, en mi comprensión, las he considerado como verdaderas obras maestras.
En el viaje del elefante Saramago relata de manera espléndida el desfile casi marcial, por tierra y mar, que realiza el elefante Salomón, después llamado Solimán, y su séquito, desde Portugal hasta Viena. Ubicada en el siglo xvi, el autor ficciona los hechos y acontecimientos que pudieron suceder en tan imperativa marcha, sobre todo, señalando el impacto que el paquidérmico protagonista podía generar a lo largo de todo el trayecto en una sociedad europea marcada por los procesos de Reforma y Contra Reforma.
De una forma grata, Saramago nos muestra tangencialmente la sociedad de esta época y su capacidad de asombro frente a los fenómenos terrenales, así como también, pone de manifiesto el papel de las grandes jerarquías políticas y religiosas de ese período.
Es un libro entretenido que vale la pena leer.
