Este libro de cuentos es la primera obra que tengo el gusto de leer del escritor mexicano Enrique Serna.

Y digo que tengo el gusto porque su prosa refrescante y cínica me ha permitido recordar por qué el cuento siempre ha sido uno de mis géneros literarios preferidos. Embelesado como he estado los últimos cinco años de mi vida adulta por la novela, leer a Serna me ha servido de recordatorio de que a veces, como lo dijo Cortázar, el cuento puede ganar una pelea por knock out, a diferencia de la novela que puede ganar una pelea por puntos.

En este orden de ideas la selección de cuentos de esta obra es contundente. Algunas veces presenta historias dramáticas y otras tantas veces presenta historias jocosas llenas de cinismo y crueldad. Acompañadas de la variopinta autenticidad patriotera mexicana (reflejo simétrico de cualquier tipo de nacionalismo o expresión autóctona coloquial latinoamericana), los protagonistas de estos cuentos se debaten en la sublime simplicidad de la vida cotidiana, haciéndo una profusa exclamación de sus individualidades, de sus singularidades ridículas.

En el asiento del camión, antes de partir, leyó la carta por última vez. Malditas palabras. Bastaba ordenarlas en hileras para destruir una vida. Matar por escrito era como matar por la espalda. No podía uno ver de frente a su enemigo, reprocharle que fuera tan maricón. Rompió en pedazos el arma homicida y cuando el autobús arrancó los tiró por la ventana. Ella dispararía la Remington de ahí en adelante. De algo tenían que servirle su buena ortografía, su depurado léxico, su destreza en el manejo de las malditas palabras.

Si a todas luces todos los relatos aquí presentados tienen como común denominador el tema siempre recurrente del amor, encontrará el lector múltiples maneras de entenderlo, de apreciarlo o despreciarlo… tanto como se puede amar o odiar a un libro.

CODA. Esta libro fue un regalo que recibí por mi cumpleaños número 40. Gracias a A.J. por tan espléndido regalo y su comprensión de mi amor por las letras.