Una de las preguntas recurrentes que he tenido que responder durante los últimos 5 años es la de cómo llegué a para en Ciudad Juárez. La respuesta es sencilla: hay que estar en donde hay cosas por hacer y te dan la oportunidad de hacerlas.
Esa es la respuesta base, claro está, y las múltiples variaciones de la respuesta encierran consideraciones variopintas. Pero esas no vienen al caso.
En medio del desarrollo del taller de verano que estoy dando a mis estudiantes juarences, hemos tenido la visita de 8 estudiantes de mi terruño y de un viejo compañero del alma mater. Poder mostrarles esta ciudad llena de emoción. El laboratorio urbano configurado por esta ciudad fronteriza es poco usual en otras partes del mundo y eso la hace especial, singular.
Por otro lado, los juarences tienen lo suyo. Siempre he pensado que los mexicanos y los colombianos tienen mucho en común, pero cuando hablamos de lo similar que puede ser la idiosincrasia norteña y la cafetera el asunto sube a otro nivel.
A mis paisanos, gracias por venir a visitarnos; a los juarences, gracias por hacerme sentir siempre en casa. Soy Matecaña y Bravo. Soy Lobo Sur y Cartel.
